miércoles, 15 de agosto de 2012

Las Sirenas.




En su viaje de vuelta a casa, Odiseo y su tripulación, se encontraron con el canto de las sirenas. Desde lejos todos comenzaron a remar hacia el punto en que se emanaba el sonido, la niebla les impedía guiarse con la vista pero, la claridad del canto seductor de esos seres, les dirigía como por arte de magia. Conociendo Odiseo las trágicas historias de los marinos caídos en aquellos encantos, les dijo a sus hombres que le amarrasen al mástil y, por más que se los ordenase y suplicase no lo soltaran por ningún motivo; ellos deberían taponarse los oídos con la tela de sus ropas. Así fue como pasó la prueba de esas mortales brujas del mar.


De La Odisea, de Homero.


Soy Liu Ming, no soy ciego de nacimiento pero como ya soy viejo, no veo pero escucho todo lo que sucede. Además les puedo contar como mil historias del mundo, hombres y mujeres que van descubriendolo y encontrándose a si mismos. Esas historias me las fui aprendiendo porque siempre me ha gustado conversar, contarles de la vida a toda persona, y como he sido comerciante desde que salí de la escuela se me ha hecho posible conocerlas. Ahora del negocio se encarga mi hijo pero, para no aburrirme, me dedico a vender esos gatos de la suerte y otras chucherías en la calle.

Me acompaña Paciencia, una cachorrita que me regaló un viejo amigo cuando se enteró que del problema de mi vista. Me habló de la fidelidad del padre de la cachorrita con cierta tristeza, me aseguró que tendría además una inteligencia excepcional. Nada me ha decepcionado, al contrario he ido descubriendo ciertas habilidades de la perrita que me han permitido una fluida comunicación. Ha sido mi quinto sentido perdido y recuperado casi por milagro.

Así es como me fuí enterando de lo que sucede en la peluquería cercana de donde me instalo diariamente, de los comentarios de mis clientes habituales que decían que en esa peluquería Las Sirenas se habían instalado tres peluqueras hermosas, exquisitas y extravagantes. Decían que cada una de ellas llevaba en sí mismas el concepto de lo más bello en una rubia, una colorina y una morena. Algo lograba imaginarme de eso, también de las colas que se hacían de hombres para ser atendidos. Al mes de abrir habían al menos unos veinte hombres esperando. Yo, hombre viejo ya, no me interesaba mucho eso, sin embargo decidí investigar.

Fui con Paciencia a atenderme, como a las siete de la tarde, caminamos hasta la peluquería y esperamos nuestro turno. Al entrar me dijeron que no se admiten perros dentro del local, les mostré mi bastón metálico y les dije que mi perra era mi lazarillo, que no podría moverme sin ella. Como que aceptaron a regañadientes. Me senté y al rato me llamaron a sentarme. Caminé con Paciencia a la silla y le hice una seña para que observara todo lo que sucede.

-¿Usted caballero, qué corte quiere?

-El que a usted le parezca mejor, mi niña. Vine a comprobar si es verdad que tienen buena mano.

-¡Oh! De eso usted ni se preocupe, que va a salir cantando de acá, le van a chiflar todas las chiquillas con lo guapo que lo voy a dejar.

-Ya estoy viejito  más encima ciego. Pero bueno, si hace el milagro la tendré presente por si me dan ganas de casarme de nuevo.

-¡Oiga! No sea tan pillo, si es un corte de pelo no más pues. Además para esto tiene que sacar ticket y ya hay como veinte hombres más jóvenes y con plata.

-Entones, no me caso.

-Habrá que pensarlo, no sea tan arrugón pues. Y mire, ya le corté el pelo, quedó de lujo.

-¿Cuánto le debo señorita ….?

-Me llamo Lorena, me debe cuatro luquitas.

Le pagué y salí contento. Se confirmaba la simpatía de las niñas peluqueras y del porque se llenaba de tantos clientes. Tal vez si me movía un poco con mi puesto podría sacar algo de provecho, encargarle a un amigo que les saque algunas fotos y venderlas. Tendría que preguntarles. Me acordé de Paciencia, ¿Qué habrá visto?

- Y, mi niña linda, ¿Qué viste?

- No sabe nada lo que ví maestro Liu, de que son lindas esas humanas, son lindas...

-¿Pero...?

-Es que pasa algo raro, me miraban feo, como con odio. Además cuando las veía barrer el pelo las veía relamerse los labios, como si fuera algo sabroso.

-¡¿Sabroso?! ¿Cómo si se lo fueran a comer?

-Bueno, no las ví comerse el pelo, pero algo así se puede suponer. Eso sí no pude entrar al cuarto de atrás, que es adonde llevaban todos esos cabellos que recogían del suelo.

sigue.....

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