lunes, 16 de julio de 2012

Exilio de Mickey Mouse



 
No ha caído ninguna gota
de mi sangre desde
que mi cola tocó
esta tierra malsana
plagada de respalotes
bueyes gemidores
vinchucas sagraas
castillos ambulates
dagas oscilantes
pájaros cantantes.


Fue pues, la desventura
de una puerta canalla
que pateó mi trasero
y ensció mis rojos
pantalones cortos
y quebró mi cola
con llanto de sangre
salió cascando y la perdí
de sol, de sombra, de dolor
huída de la verguenza.

Busqué más que por vino
por trigo dorado
por trigo espumoso
por trigo bordado
en plumas
de alcahuetes ilustrados
sin sombra
por la cuncuna borracha
cagona, miserable
pespunte de mariposa.

Mendigo de todas las calles
usuario fraternal de los rincones
para caer con mis orines sobre el adoquin
lamedor de pies salados
eximio vagabundo
pedestre burlador
sin embargo, cuando me arrastro
también salto como salvaje
sin esa cola maestra
que mi trasero perdió.

Que de esa negra
escapadora me olvidé
junto a las ratas negras
de los subvurvios
comiendo las sobras
de esas ratas gordas
alimentadas por pimpas gordos
y guarenes de campo
mis compadres
mechaban cuando cantaba.

Porque mi maldito tono de voz
es más aflautado que la chucha
para tangos no sirve, cumbias tal vez
ni gauchero, ni rata
ni sapo, ni boletero
el silencio es la premisa de mi odio
y el queso la sustancia de mi locura
de mago soy un fiasco
soy un ilustre cesante
mono de todos los ojos.

Pero igual soy choro
las niñitas me llevan
en sus culísimos
en sus espardas
en sus poleras
y en sus cintillos
y en las huinchas
y las carnes de mis congéneres
van todas en el pino
de empanadas cuneteras.

Pero soy más laucha
voladora de tejado en tejado
ramplona, cegadora, rampante
ubicua, inicua, reventada
sin cola bastarda
escapista de todas las plazas
días más yemalmás
serpiente venenosa
tremenda bastarda
y, sin lágrimas me quejo.

Con la vida juego
a un ajedrez infinito
en que no quedan ni reyes ni reinas
con sus cabezas puestas
ni torres que defiendan reinos
ni alfiles que afilen sus lanzas
tal vez peones recojan
el pasto de llamas que alimentan
a esos caballos que están relinchando
para remontarme al exilio.

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