sábado, 28 de julio de 2012

El sabio de Siracusa. [1]


-Mi padre me dijo, cuando venía a dejarme a su escuela, que usted nos enseñaría a mover el mundo, ¿es cierto eso?

El muchacho, sentado sobre un tronco cortado, había escuchado atentamente las maravillas que hablaba acerca de la geometría y como esta esta inmersa en el mundo sensible y les mostraba a él y sus dos compañeros de clase los principios de funcionamiento.

El viaje con su padre desde las provincias del norte de Grecia lo había encontrado largo, sin embargo se maravillaba a cada paso del paisaje, los árboles y las estrellas. Esa capacidad de observación y la inmensa cantidad de preguntas que le salían como de la nada habían llevado a su pequeño pueblo de tomar la decisión de enviarlo a aprender con el mejor del momento.

Al llegar a Siracusa su padre consultó en la calle donde podría encontrar la casa del sabio ya que deseaba poner a su hijo como discípulo. Se reían de él, era sabido lo difícil que era entrar a su escuela ya que el mismo Arquímides hacía una prueba a sus postulantes, en ese momento solo dos muchachos estaban con él hasta unos años más en donde serían enviados a Alejandría, lugar en que con toda seguridad brillarían con su inteligencia.

Temocles y Parthos miraron al jóven Telémaco y se sonrieron, con esa pregunta o similares, anteriormente habían logrado que su maestro les hablase durante toda la tarde acerca de los mecanismos de la física y los primeros rudimentos de algo más grande, algo que poco a poco iban dilucidando detrás de cada solución simple, soluciones que también lograban ser una representación de las distintas causas del mundo.

Tras tocar la puerta del hogar de Arquímides, pasaron unos momentos hasta que les abrió su ayudante, les hizo pasar al patio y les dijo que esperasen. Arquímides miraba la escena y decidió esperar, cuando llegó el jóven Delnos le hizo mirar al padre y al niño. Con no más de unos diez años se movía inquieto, tomado de la mano de su padre no aguantó dos minutos y se puso a husmear entre las piedras y los arbustos, le observaron observar y experimentar con su entorno. Comenzó a caminar al encuentro del padre, es bueno este chico, se ve que tiene futuro, le comentaba a su ayudante que le seguia el paso.
continúa...........

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