lunes, 16 de julio de 2012

Asalto nocturno a un bar

 
En una jaula tienen ahora a esos tres que se salvaron gracias a la chica punga y sus peticiones ridículas. Pero ella es la jefa y, aunque su tamaño no intimida, si lo hace su verborrea en que deliran los rosarios más estupendos de garabatos amontonados y su hermano, claro, que es un gigantón bobo que le obedece en todo, es implacable.


Y entonces esperamos en una mesa con nuestras pistolas hasta que dieron las tres de la mañana, habiendo tomado como dos pitcher nos movíamos rebien, nos levantamos y la jefa gritó [rosario elegante] para que todos los weones borrachos prestaran la atención.

Lo que sucedió a continuación es como si el rey silencio hubiese llegado y los ojos estuvieran amarrados al punto pequeño que la jefa facinerosa ocupaba arriba de la mesa, apuntando una pistola al cielo y otra al infierno.

-¡Queridos borrachos! Si hoy no me entregan todo su dinero y me recitan un poema, los vamos a matarlos.

Así fue como ocurrió la masacre más comentada de los últimos años, hizo incluso que la Interpol emitiera una orden de captura [viva o muerta]  a nivel internacional.

Habían veinte personas y corrieron diez y siete balas desde el cañon de nuestras armas hasta las cabezas de {dos mozos, el barman, un viejo con su señora, tres niñas cosplay, cuatro estudiantes de sonido de un instituto cercano, tres enanos mudos}.

Mejor no quiero describir todo el llanto y griterío con que se enfrentaban a esa dios cruel de carne y hueso. Al parecer fui el único perturbado de parte de los chicos malos. Pero luego de entregar su dinero  fortuna entregaban la vida ya que ni siquiera lograban enunciar palabra alguna.

Desde un rincón, el más escondido de todos, salieron aquellos tres que se salvaron, los últimos. Que entregaron su dinero y fortuna pero no la vida. Afortunadamente para ellos.

La chica de veinte años que llevaba un abrigo rojo se paró frente a la jefa y, aunque atemorizada, no lloraba, le dijo:

Te voy a contar un poema loca
para salvar la vida loca
mira que a tantos mataste
a bala, a rabia, a gritos
y ¿no te da el valor para mirarme?

Y la jefa, no se por qué, como que había dado vuelta la cabeza para evitar su mirada.

-  Te salvaste cabrita, pero no seaí tan atrevida [rosario perfumado]

El siguiente y penúltimo, era un aballero gris, con terno gris también, zapatos y maletín de cuero en el que sobresalían unos cuantos papeles.

Mi señora, la crueldad suya que no es humana
se hizo carne en usted
¿Es zombi, robot o bárbara
de las maliciosas estrellas?
¿No le convenía dar diez y siete besos
en vez de entregar diez y siete
malas balas?

También le perturbó y retrocedió un paso, bajando de la mesa a la silla.

-Caballero, se ha ganado mi aprecio.

Por último, el turno le tocó a una señora, muy bien vestida con su blusa blanca, falda y zapatos negros como sus ojos y mirada firme.

Mujer dura en la vida he sido
madre de este gris hombre
abuela de esta roja cabrita
y que la muerte comienze a visitarme contigo
la más chora soy yo
que más se por vieja que por diabla.

La jefa terminó de bajar, al parecer se sintió afectada aunque no creo, es dura como una piedra, pero le dijo a la abuela:

-Mamita, usted se ha salvado también. Pero como todo lo que dijeron también contra mi persona, me los tomo como prisioneros.

Así fue entonces como que terminamos escapando al amanecer, recorriendo tórridas alcantarillas hasta nuestra guarida, con nuestros prisioneros y la pandilla.

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