jueves, 14 de junio de 2012

Pacto con el malulo.

 

Fue esa noche alborotada, en que el dinero de la caja registradora desapareció súbitamente. A mí, que me gusta tanto la música, me echan la culpa de no haber mirado.


Tantos años yo que llevo acá trabajando y nunca me había pasado, siento la caja registradora como una extensión de mi cuerpo y me habría dado cuanta inmediatamente si algún punga metía su mano. Me dije que el diablo no más se atrevería a meter la cola.

En el otro salón el desorden era total, estaba oscuro debido a que se había quemado la bombilla que iluminaba un rincón. En el momento que me dí cuenta del robo, ya no había nadie. Pero antes, una hora tal vez, había visto pasar un punky flaco y se puso a conversar con un tipo misterioso.

No podía ser más que el punky, mi jefe siempre desconfiaba de él y sus amigotes que esa noche no habían llegado. Por lo que decidí seguirle la huella hacía donde siempre se iba después de los conciertos que damos en el local, casi en la subida del cerro por el camino.

-O-

Ya no podía más de pena, necesitaba algo de plata para mi vieja, si no le ayudaba al mañana le quitan la casa. Por suerte ese tipo me ayudó, sacó la plata del maletín y me la entregó. No lo conozco en realidad, lo había visto antes, la noche que se murió Santos el poeta, quizás como fue pero no me importa porque no era tan amigo mio.

Me dijo el hombre este que por ahora no necesitaba que le devolviera el favor, pero que en algún momento iría a pedirme la plata a la casa una amiga suya, le dije que bueno no más. Total, capaz que me muera antes, sin además en la pobla me andan persiguiéndome para enterrarme una cuchilla con ajo y desangrarme al descampao.

Bueno, eso aliviará a mi viejita y me ayudará a calmar mis pasiones de mal punky, apenas me alcanza para la ropa negra y encontrar alguna pega piñufla, al final pa ser punky hay que tener plata y dejar de ser tan rebelde.

Parece que me siguen, pero no me importa, el tipo me dijo que esta noche sería invisible. Si me para la miro que viene, no la había visto núnca pero si va para allá le doy no más. Me para, hay una luz tenue adentro y música metal, no me gusta tanto pero dale.

-O-

Llegando a la subida del cerro por el camino vislumbro a este cabro, al momento de desaparecer se escucha un ruido de una puerta cerrándose, no está más. Solo la botella con vino y la marca de sus bototos. No se vio nada más, capáz que aparézca tan muerto como Santos el poeta.

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