viernes, 8 de junio de 2012

Conversión delirante.

El dictado a la conciencia de las criaturas que el mismo alguna vez en el pasado ayudó, impulso, desarrollo sus primeras tendencias a sobrevivir a las adversidades impuestas como condiciones de un juego del que ellas no tenían idea sobre las reglas que se les imponía, es la segunda condición para poder comenzar el aterrizaje con ellos mismos.


Un sabor que en algún momento debería comenzar a desgastar, un desarrollo de sinnúmero de tesis, tendencias entre las tribus, batallas innumerables, sangrías innecesarias. Ellos mismos tendrían que superar alguna vez esas tendencias, se autodestruirían o lograrían exponerse, expandirse por todo el Universo.

Caer, ser un caído, para superar la soberbia de conocer pasado y futuro, saber que el dolor puede repetirse, sentir la intensidad de las emociones. Inmolarse como el sol, pero no ser inmortal, poder extinguirse. Caer porque se enamora de su propia creación, caer en la locura, en la insensatez de poder quebrarse.

Desear definir las tendencias, de épocas oscuras, discusiones brillantes, dilucidar las apariciones y perversiones de los líderes. Desear haber impulsado el desarrollo de otras ramas de los vivos, ballenas tal vez, elefantes, árboles como el alerce. ¿Por qué depositar tanto en tan poco? Tampoco pudo responderse eso, solo que quedó hipnotizado por las sorpresas de cada instante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario