miércoles, 26 de septiembre de 2012

La vergüenza del anciano.



Se había encendido la luz del auditorio y, a su vez, el hombre de más edad que se había sentado en uno de los asientos de la primera fila se adelantó con una mirada inquieta. El impacto profundo de lo que habíamos visto conmocionó a toda la audiencia. Luego de las palabras de apertura, en reflexión sobre el documental, el abuelo toma la palabra.

-Tengo un sentir profundo respecto a lo que está pasando con la educación, creo que la sociedad chilena se ha visto profanada e insultada por los gobernantes de derecha que se han instalado desde la dictadura. Ya nada es de nosotros, ni tenemos derecho a nada. Me siento culpable también porque nosotros, los viejos, no fuimos capáz de prever todas estas desgracias ni deternlos, fuimos ilusos, confiados en esos años de la psuedo recuperación de la democracia. Pero ahora veo con alegría que es la juventud la que está recuperando esa rebeldía de un país mejor, tal como era cuando con mi compañero Clotario Blest recorríamos los sindicatos y organizaciones sociales para organizarlos y levantarlos. Siento vergüenza por mi y todos los de mi época, por no tener en realidad nada que dejarles a mis nietos, a ustedes, soy un derrotado.

El presentador le miraba y asentía, comprendía profundamente lo que estaba hablando y esos sentimientos e ideas que expelían por las palabras y emociones. Algo también tenía que decir.

-¡Abuelo, oiga! Creo que usted no debe sentir vergüenza por nada, debe estar orgulloso de haber sobrevivido a tiempos tan funestos, el poder contarnos esa historia que debe ser guardada en la reserva de nuestra memoria. Usted está vivo y aún puede ser un gran aporte a la recuperación de nuestra sociedad. Porque estamos en eso, por un lado los estudiantes, por otro los mineros. Los problemas en nuestro país son múltiples y hacen crisis, son el síntoma de que los fundamentos de nuestra estructua política están netamente podridos. Tenemos que  levantarnos, recuperar esa voluntad que va más allá de nuestros deseos, seguir hasta ganar. El problema termina siendo el poder en unos pocos y como se reparten las riquezas, trabajar juntos se hace necesario para dar vuelta este sistema de esclavitud, debemos liberarnos y establecer comunmente formas de relacionarnos sostenibles con nuestros ecosistemas. Que no haya vergüenza.

La conversación continuó en torno al tema, al final la inquietud terminó siendo común. Los problemas de unos pocos también son de todos, la lucha es de todos. La vergüenza es de los tipos malos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario