viernes, 8 de junio de 2012

La transmisión del mal.

 
No se que decir acerca del mal. Algunos le llaman el gran adversario de todos. Pero si nos ubicamos primero a un lado y vemos el mal, luego al otro y vemos el mal, mas que mal hay un conflicto de visiones de mundo.


A veces uno es el mal, se hace odiar, rompe las barreras de lo permitido, se sumerge en las críticas del resto, la persecución de los que enjuician. No hay como evitarlo, una vez que comienzas a experimentar el flujo del universo, bien y mal se hacen indistinguibles.

La figura del mal es tan sagrada como la del bien, no es la acción es el sentido lo que define, quien es el que enjuicia el actor. Las máscaras que dan imagen de bien en realidad encubren la maldad, pensamientos y actos perversos pero aún desconocidos.
Pero transmitir el mal, acto, forma de pensar, enfermedad; puede ser una punzada ejemplificadora, una construcción de leyenda, una elaboración de una historia. La sensibilidad de lo único, inseparable, indestructible, es la memoria que guarda la información de la historia, si no hay bien, no hay mal, no se sabe nada de la vida.

Es heroico ese llamado al deber, como ningún otro, porque desata el andamiaje cultural de toda comunidad, si es débil no sobrevive, si es fuerte se fortalece. Por lo que este acto de transmisión de lo opuesto es la validación de lo equivalente.

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