En ella ninguno de los integrantes de la gran familia de los dioses confiaba, la encontraban vaga o inútil. Pero a todos les sorprendió en su inmenso aburrimiento cuando miraban la esferas que giraban en elipses en torno al sol sobre que hacer con eso.
- ¿ Y si hacemos algo en ese planeta, lo ordenamos un poco y hacemos vida?
La brillante idea como que cruzó la mente de todos esos seres, sabían que podrían hacerlo, pero que deberían además encargarse por muchos, muchísimos años del desarrollo del proyecto. Dejando algunas cosas al azar otras a sus gustos estéticos o sentimientos, asegurarían la variedad de las especies.
A lo que comenzaron a hacer le pusieron el nombre de quien dió pie a todo, Gea y pasó a ser de la más ignorada a la más querida de las hermanas. Los hermanos que disfrutaban de la brutalidad y juegos bruscos se encargarón del clima, de mover los vientos, las nubes. Otros en alianza con los del clima, de mover los mares y tierras. Así toda tormenta, erupción, terremoto, nevazón, toda variación climática está a cargo de su diseño.
Las especies orgánicas, toda la variedad desde las pequeñas bacterias, vegetales, insectos, aves, reptiles y anfibios, mamíferos. Estuvieron a cargo de los que tenían una aptitud más delicada, más metódica, cada hermano hacía un boceto y lo exponía, lo modificaban hasta que a todos les parecía bien. Entonces todos le ponían algo de su energía y trabajo para lograrlo.
Así fue como los continentes comenzaron su deriva, los seres vivos se multiplicaron, reprodujeron y evolucionaron. De repente apareció el prototipo de hombre. Lo encontraron genial, su capacidad de aprender, tomar lo que había afuera, reflexionar y devolverlo como otro objeto maravilloso, eso les gustó. Pero vieron que se parecía demasiado a ellos, algunos hermanos se pelearon con los otros. Unos querían ayudarles a desarrollar su potencial, otros querían exterminarlos, otros querían jugar con ellos.
Entonces decidieron hacer un experimento derivado, al cual Gea se opuso. Se dividirían el planeta en continentes, en cada uno aplicarían sus ideas, al principio actuarían como mensajeron y cuando con el tiempo a cada facción de humanos les tocase enfrentarse, se diluirían, serían imperceptibles.
En ese momento el destino de la humanidad, lo que sería de ella, solo lo decidiría la misma humanidad, nadie más. Fue la condición de Gea.
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