Es duro decirlo, pero aquel día en que mi madre nos abandonó fue el mismo en que papá llegó con una caja desde una subasta que contenía un corazón de golem y un mensaje que su anterior dueño había dejado con él. Mamá se asustó mucho y desesperó en cuanto lo vio, según la leyenda que ella tenía impregnada en todo su ser cualquier parte del cuerpo de un golem puede atraer los avatares del destino. Tomó sus cosas y partió a casa de los abuelos en Curicó no volvería hasta que todo tornase a la normalidad.
Eso en ella era normal, su exageración y el misticismo con que se había criado eran habituales, no nos preocupamos, no nos asustamos. Mi papá me pidió un martillo y un cincel, le llevé ambos instrumentos y comenzó a golpear la tosca roca. Según el mensaje adentro contenía una joya preciosa, un topacio incrustado en un rubí, obra que la naturaleza no haría por si misma sin que exista algo de vida en lo que formó. Los golems comen roca, cada uno forma una joya distinta en su corazón.
Dejamos la pieza en un estante, sobre un acolchado aterciopelado y una cubierta de vidrio, la luz que caía en ella provocaba ciertos destellos que intrigaban. Mi padre comenzó a estudiarlo, a conseguir literatura sobre golems, sobre como encontrarlos, como conseguir uno: debía conseguir ciertas piezas en la montaña, ciertas piezas en el mar, cada una de un tipo de roca distinta pero asociadas a la misma agua, en la misma cuenca debía de recolectar las piezas y juntarlas con el corazón en un altar de gigantes.
Preparamos las cosas, siendo tan chica mi padre no quería que me quedase, yo tampoco ya que quería aprender. Doscientas setenta piezas únicas, moldeadas por la naturaleza, debían de construir un cuerpo macizo y poder revivir con ese corazón la memoria de antaño. Los métodos de papá para conseguir nuevas historias siempre han tenido detractores, compresiones complejas, consecuencias nefastas. Cuando hablaba con mamá por teléfono ella lloraba al contarle lo bien que iba nuestra colecta. Duró tres años, tres años no la vi hasta el momento final, cuando todas las piedras estaban juntas.
La receta magistral no solo incluía recolectar las piedras, además tenía que haber cierta fuerza estelar reflejada en constelaciones y ubicaciones de los planetas. Además era determinante para que el golem pudiera vivir un sacrificio del humano que lo invocaba, eso no lo sabía, si mi padre. Era yo o él, mi madre los sabía porque esa tarde apareció sin avisar en el lugar y me raptó. Esa tarde papá murió aplastado por la mole viviente, esa tarde se desató el caos.
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