jueves, 10 de enero de 2013

El Coltán y nuestra responsabilidad como consumidores de aparatos electrónicos.

En estos días he estado leyendo un importante libro llamado 'La historia de las cosas', se han enterado de algunos párrafos que he compartido por las redes sociales, ahí Annie Leonard habla de como el sistema capitalista provoca la devastación del planeta y sus ecosistemas.

Dentro del Capítulo 1 hay una sección dedicada al coltán, que les transcribo acá para que tomen conciencia de las implicaciones que conlleva consumir o comprar tantos aparatos electrónicos, si tienes un celular usalo hasta el fin de los tiempos, si tienes computadora no te engolosines comprando tantos tablets y consolas de videojuegos por favor! El planeta se pone seriamente en riesgo por tus placeres egoistas.

"Coltán.

Hay otro mineral sangriento que está presente en todos nuestros teléfonos celulares, reproductores de MP3, controles remotos y Playstations: el tantalio, derivado de una mena que en la jerga minera se denomina “coltán”. Es célebre por su resistencia al calor y a la corrosión por ácidos, incluso cuando se lo sumerge en un ácido.
Aunque el coltán también proviene de otros países, como Australia, Brasil y Canadá, el 80% de las reservas mundiales están en el este de la República Democrática del Congo, una región políticamente inestable y plagada de violencia. La extracción de coltán congoleño ha financiado brutales fuerzas guerrilleras y a sus partidarios en países vecinos, como Ruanda, Burundi y Uganda. El coltán se extrae con métodos muy básicos: se desentierra y se tamiza en bateas, tal como trabajaban los buscadores de oro que llegaron a California en 1849. En el año 2000, cuando su precio internacional se disparó a 300 dólares la libra de mineral refinado (en parte a causa del gran lanzamiento de la consola de juegos PS2, de Sony), miles de congoleños se abrieron paso por las exuberantes y verdes selvas para conseguirlo, destruyendo parques nacionales y otras tierras prístinas, matando gorilas para comer y arruinando hábitats animales. Diversos ejércitos (oficiales y rebeldes) se lanzaron a apoderarse del negocio, a menudo empleando a niños y a prisioneros de guerra. También violaron brutalmente a las mujeres del lugar (la ONU calculó 45 mil violaciones sólo en 2005) e introdujeron la prostitución y el comercio ilegal de armas. Oona King, una integrante del Parlamento británico, describió así la situación: “Los niños del Congo son enviados a morir en las minas para que los niños europeos y estadounidenses puedan matar alienígenas imaginarios en el living de su casa”
La extracción del coltán ha sido un negocio enormemente lucrativo tanto para los rebeldes como para los ejércitos oficiales del Congo y sus países vecinos. Se estima que el ejército ruandés, que ha ocupado diversas partes del Congo de forma intermitente en el transcurso de la última década, ganó 500 millones de dólares con el cóltan congoleño entre abril de 2007 y octubre de 2008. Además, claro está, las corporaciones que venden los productos fabricados con coltán también acumulan ganancias masivas, y en su mayoría invierten mucho más en publicitar el último aparatito que en acabar con la larga estela de violencia que suele dejar este metal.
El activista congoleño por los derechos humanos Bertrand Bisimwa sintetizó así la percepción que muchísima gente tiene de su país: “Desde el siglo XIX, cuando el mudno mira hacia el Congo, ve una pila de riquezas con habitantes negros inconvenientemente sentados encima. Erradican al pueblo congoleño para apoderarse de las minas y los recursos. Nos destruyen porque somos una inconveniencia”.
Algunos fabricantes de artículos electrónicos han declarado en público su proscripcción del tantalio de origen africano; sin embargo, tal como se ve en la película Diamante de Sangre, el compromiso se seguir la pista de tantos traficantes y comerciantes para ratrear la fuente de origen es mucho más fácil de declarar que cumplir. Una iniciativa más prometedora es la creación de una base de datos sonde se registren las “huellas digitales del coltán”, tarea factible porque cada sitio de extracción tiene una historia geológica distinta y produce un metal con una composición específica. Esta base de datos, aún en construcción, permitiría crear un sistema de certificación internacional para el coltán similar al Proceso de Kimberley, de modo que los fabricantes de artículos electrónicos puedan abastecerse de coltán de minas legítimas que cumplan con condiciones laborales y normas ambientales aceptables.
Sin embargo, la solución por excelencia –no sólo en el caso del coltán, sino también en el del oro y otros metales presentes en los productos electrónicos actuales- consiste en incrementar la durabilidad de los aparatos y expandir su vida útil para no tener que descartarlos y reemplazarlos con tanta celeridad. También es preciso exigir a los fabricantes que acepten la devolución de los artículos electrónicos cuando hemos terminado de usarlos. Los programas de devolución, hoy obligatorios en toda la Unión Europea, permiten que los fabricantes recuperen el tantalio y otros ingredientes para reutilizarlos en la producción, evitar que los desechos electrónicos terminen en rellenos sanitarios y disminuir la presión de extraer más metales.
Earthworks, un grupo ambientalista de Washington que se especializa en cuestiones de minería, estima que el reciclado de 130 millones de teléfonos rendiría aproximadamente 202 mil onzas de oro y otros metales preciosos. En Estados Unidos se desechan 150 millones de teléfonos celulares por año, junto con más de 300 millones de otros aparatos electrónicos. Se estima que en los hogares estadounidenses hay otros 500 millones de teléfonos celulares en desuso. He ahí una buena cantidad de minerales en perfecto estado para (re) utilizar."

Si quieres informarte más, puedes ver el documental:


No hay comentarios:

Publicar un comentario