Las estrellas fugaces
por el horizonte de la carretera
se detienen para ver mis malabares,
saltos mortales y morisquetas
voy de unos a otros sobre los techos
el resto choca o desaparece
como un efecto cuántico del cine
creando mi propia Ley de la Selva
desfiladeros de carros sopaipilleros.
Me describiré a mi mismo
con las ecuaciones caza-depredador.
la “filosofía” de los canallas
que se adueñan de un dios
que ni los pesca
así como se matan unos a otros
me siento sobre una roca
al lado de un río a pensar.
Tal vez toque la lira
tal vez exhale retórica plumífera por los poros
más prefiero mi occipital silencioso
bramido simultáneo en las 11 direcciones
del universo todas
punto más, punto menos
el movimiento de un punto loco
pac-man de fantasmas materiales.
Así una pata abajo, Salto
muestro una axila
me trago todas las espadas del mundo.
soy el complemento contrario
al conjunto vacío
porque un día
las estrellitas eran apenas
piedritas rodantes
hasta que me enamoré
de una joven damisela
y decidí evadirme, enamorandome de todas
las señoritas que se asombren
de mis hazañas carrecaturéscas.
No hay fuego
no pudieron los pacos pararme
era el gigante corredor
bocazas del super super super
canivalesco del carnaval
de la ciudad más fome del mundo.
Los grandes señoritos siguen
llenando sus bóvedas
sus payasos crían panza
de bien alimentados.
los perritos siguen siendo
comida de los chinos
y a los gatitos los venden como empanadas
en la estación central.
Junto al gourmet del barrio
la Sopaipilla.
de aquí salen danzando
esos carritos de
las caras amarillas
untadas en aceite “Los Mata bien Muertos”
su mostaza y la infinita variedad del pebre
que pica hasta el guerguero.
Como nunca terminaban
de aparecer, de seguir apareciendo
me tuve que quedar
siempre en la misma
la vejestud pasó por mi lado
y ni me acuerdo si la miré
no le di bola
le patié su culito.
Así, saltando desde las cabezas
de los charquis con patas a los capots
de las relucientes, de las flamantes
Adquisiciones Imaginarias
proporcionadas por los Super creditazos
de la sinverguenzura bancaria.
Autos de fierro antiguo
malafacturas del Lada
a los papeles de aluminio que ruedan.
Le pedí a la virgen de la carretera
que no me dejase cometer
tamaña hazaña-estupidez.
Por otro lado
Una voz me dijo
que por agua
visite mejor a la Difunta Correa
la que murió
y su hijo vivió
chupándole una teta.
a esa nos encomendamos
los CARRETABUNDOS como yo.
Haciendo montañas de botellas
piruetas estruendosas
muecas espantosas.
Porque el ser en el ser
se realiza en el hacer
tal como decían los honorables
Ortega y Gasset.
Los que caen primero:
los perritos burgueses
criados con filete canino
arrogantes como todo pollo cuico
no miran pa´ fu
ni tampoco pa´ fa
terminan pataleando en la berma
Los que caen últimos:
los perrotes machotes canilleros
masca-neumáticos
entrenados para ladrar
porque si no mas
por su perra mamá
también flaite callejera
amante de todos los canes del barrio.
Los que caen por la mitad
los ciclistas
por no tener vi(d)a ssegurada
los camiones le soplan
y como casa de paja
el lobo las hace caer
Anuncian los profetas la venida del Señor
estos ojitos vieron pasar un burro
montado sobre un hombre
se bajó en una ramada
a bailar cueca chora
no siguió.
Y los señores le esperaban
con un banquete que
ningún buen sibarita detestaría
¡ay, que manjares aquellos!
Salió borracho del recinto
ahora el hombre montaba al burro
y detrás de la citroneta rugió un BMW
y cruzó con sus llantas
de fuego el cuello de ambos.
Yo saltaba no más
He visto a todo lo que llaman
“El Progreso”
como que respiran profundo
y dicen la palabra con un viento impetuoso
“Proooogreeeesssooooo”
¡cómo le cantaban!
les diré, Así…
aaaaaleeeeluuuuya
el Proooooogreeeeesssooo
las fotos eran bien relindas
llegaban los japonesitos
con sus flamantes fotográficas
a robarle el alma
a los más altos edificios
a los mayores puentes
y también a la nieve de nuestra montañita
Correteaba a mis hermanitos perros
cuando era muy peligrosa la vía
algunos terminaban sus días
en sufridas jornadas agónicas de dolor
y cada vez eran más
síntoma de algo raro está pasando
y el olor a calle se iba.
¡Eran las máquinas!
que avanzaban
derrumbando el pavimento
clausurando calles
enterrando los viejos adoquines
hundiendo sus dientes
hasta llegar a la tierra
otrora fértil para su cultivo
poniendo luego monumentales carreteras
poniendo tarjetas ¡Bip!
poniendo jaulas
para las bestias feroces tras el volante.
Llegué a sentirme solito
ya nadie lograba captar mis juegos
decidí abandonar
pagué mandas
¡grité al cielo!
Era la revolución de los cascos
de muchos colores feos
que invadían, dirigían
los quehaceres todos
y fueron convirtiendo
esos amasijos de huesos y carne
en pequeños números
que sumandos lograban
aumentar la riqueza
de los de siempre.
Nacía el hommo-bot
némesis del sapiens
enemigo acérrimo del ludens
¡La bestia feroz
ya salió del cascarón!
a afilar los cuchillos
que la carnicería
ya llega.
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