miércoles, 25 de julio de 2012

La doble Ch. [I]


Recordaba durante el viaje las historias de su abuelo que le contaba como era el país al que había viajado su padre. Pensaba que podía ser el mismo o similar después de haber pasado más de un siglo, no eran tantos años, pero de lo que estaba segura Liu Feng Lee es que sería como pasar de un universo a otro, un cambio cultural tremendo que aún no sabía como lo sobrellevaría.


Pero la tradición familiar le obligaba a acudir al deber desde donde les llamaran, Chile no era un país tan problemático, China un poco más ya que de partida tuvieron complicaciones con el gobierno llamado comunista pero al final les permitieron continuar con su función de control de plagas, ya que nadie más que ellos en su alejado hogar en el nacimiento del Xiang podrían hacerlo, una plaga especial.

Liu Feng había nacido para otras tareas pero, al darse cuenta su padre que no tendría un heredero varón y las grandes capacidades que demostraba su hija para percibir el mundo no perceptible, es que decidió entrenarla. Llevaría un cambio duro a la tradición pero sería la única forma de mantener la débil capa que desde el inicio de los tiempos había permitido la paz en la humanidad.

Seguramente, en la antigüedad, cada pueblo tenía alguien de su tipo que pudiera controlar la plaga, quizás no tan abundantes pero lo suficiente. Ya no existía más que ella y dos de sus discípulos que quedaron a cargo de casa. Siendo tan joven, tras la muerte de su padre, debió tomar por tales a sus primos cercanos, uno por parte de padre y la otra por parte de madre: Yang Feng y Nana Lee,  comprometidos además en matrimonio para mantener la línea defensora. Cuando llegó la noticia de que le necesitaban en Chile, pese a que les pensaba no tan preparados, debió confiar en ellos. Se ausentaría durante un tiempo largo.

Cruzó caminando el país, siguiendo la misma ruta del río, por los pueblos a lo largo de su camino le saludaban en donde le conocían y le miraban con respeto en donde no. Liu miraba con gran tristeza lo terrible que se habían convertido las grandes acumulaciones de chatarra que habían contaminado el curso de agua, ya había que pescar por lo que ya no se podría alimentar directamente desde la naturaleza sino debería hacer algún intercambio. 

 Al principio le resultó fácil, le recibían con cariño y le facilitaban un espacio para pernoctar, después debió dedicarle un tiempo del día a limpiar algunos espacios de los malos espíritus para que le ofrecieran algo de comer, también vendía algunos amuletos que podía confeccionar con sus cuchillas, algo de bambú que lograba coger por el camino y un poco de hilo seda que llevaba desde casa.

Varias semanas demoró nuestra viajera en llegar a puerto, debería contactar con Kae Long para recibir el pasaje al país que quedaba en las antípodas de su hogar, los lejanos lazos con el hombre que le convocaba le hacían tomar el trabajo ya como un compromiso propio, el honor de lo que hacía quedaría en entredicho si no lograba llegar a destino. Pero, su confianza en encontrar a Kae se debilitó al darse cuenta de lo inmensa que llegaba a ser Xiamen, tan moderna, tan confusa, tan acelerada.

Continúa....



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