jueves, 19 de julio de 2012

Un trazo imperceptible.

 

Dejó de hacer las cosas innecesarias porque debía alimentar su cuerpo para dedicarlo por completo a la ejecución de las obras de su proyecto más importante, hasta el momento, de su vida.


Su vida entera la había dedicado a aprender distintas artes que le ayudasen a expresar la variedad en expansión de todos los conflictos y flujos eternos que le deparase el devenir de su propia vida. Por si misma actuaba para componerse en la diosa de los múltiples brazos y perder la identidad única para buscar una múltiple con los otros.

¿Podría decirlo todo, con todo lo que tenía a su disposición? La obra holística ¿Era lo que buscaba?¿Sería otra cosa, meramente esperable a medida que  la obra acontecía y se extinguía?

Primeros símbolos que lo digan todo pero que insinúen un desmembramiento profundo, una separación desastroza, big bang telúrico de las expresiones y relaciones de las fracciones; pero que posibilitan algo más que una existencia demacrada; hacer el big punch que los deje tambaleando a todos los pollos, que cada parte diga todo del resto y viceversa.


La materia que se reparte y mezcla para formar las moléculas y toda estructura que permite el bosón de higgs como si fuera algo divino pero que no es más que un trazo imperceptible de los deseos.

Deseos que los transforman nuestras manos y los respiramos ansiosos porque a cada paso no sabemos, dominados por la incertidumbre, lo que somos y que es lo que pasaría con tanto caos, con tanto espejo que siembra la confusión.

Eso es, no decir más.

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